Zasqa, el ‘nuevo amanecer’ de la joyería Muisca de Bosa

Con Zasqa, Edwar Arévalo, integrante de la comunidad muisca de Bosa, ofrece una amplia variedad de anillos, aretes, dijes y gargantillas enfocados en su cultura, “entendiendo que tienen un significado recordando esa memoria antigua, en la que no se usaba un pectoral, una nariguera, unos aretes o se usaba una pieza de oro porque estaba de moda, sino que esto tenía un contenido más espiritual en relación con el territorio”, señala. Las personas interesadas en sus productos pueden llamar al celular 311 823 7546 o hacer sus pedidos a través de Facebook e Instagram, en Zasqa Joyería. Arévalo, propietario de este emprendimiento que significa ´medianoche´ - en honor al momento del día en que los mayores inician la jornada de formación a los más jóvenes de la comunidad-, afirma que “nosotros trabajamos todo lo que es joyería tradicional, en tres líneas de producción: la primera es de bajo costo, hecha en bronce con baño en oro; también se ofrecen productos hechos con plata y esmeraldas; y la más exclusiva, con piezas en oro con esmeraldas o diamantes”. Edwar aprendió inicialmente de este oficio por su padre, un orfebre que trabajaba con metales. Y para perfeccionar sus conocimientos, tuvo la oportunidad de entrar a estudiar al SENA donde cursó un tecnólogo en joyería, y con Artesanías de Colombia hizo un curso en técnicas especiales. Pero su vida no siempre giró alrededor de este arte, sino que tuvo que pasar por diferentes etapas que lo llevaron por este camino, y en algunas experimentó el dolor de perder a un ser querido. “Yo crecí en Bosa, en los terrenos de San Bernardino. Me crie sembrando maíz, papa, fríjol y siempre muy apegado a mis abuelos maternos, quienes siempre me contaban historias y mitos del territorio que en ese entonces era una vereda que limitaba con Soacha. Yo crecí con esa memoria del territorio, de la cosecha y de la siembra, mis abuelos me enseñaron a leer las estrellas y el sol”, narra este emprendedor muisca de 41 años. “Cuando sigo creciendo”, agrega Arévalo, “empiezo a tener un vacío existencial y de identidad porque no sabía a dónde pertenecía y porque a mis 25 años fallece mi papá de una forma muy abrupta en un accidente automovilístico muy fuerte que me marcó la vida”. Esta crisis le hizo dejar atrás sus estudios de ingeniería electrónica en la Universidad Distrital para regresar a su comunidad y dialogar con los mayores con el fin de recibir su permiso para dedicarse a la joyería y seguir los pasos de su padre. Con el aval conseguido, los únicos pasos que no estaba dispuesto a seguir era los de contaminar el medioambiente con su arte, lo cual es casi inevitable cuando se purifica el metal. “En Zasqa no utilizamos ningún tipo de químico. La joyería es muy perjudicial para la naturaleza porque utiliza ácidos para limpiar el material; en cambio, hemos hecho una labor conjunta con sabedores y mayores en la que hemos investigado las plantas que se utilizan para limpiar el metal y trabajar con ellas”, sostiene. Con el futuro de su emprendimiento, Arévalo es muy optimista y más cuando está a punto de sacar una nueva colección “que se llama Cerros Sagrados, la cual habla de los cerros tutelares de Monserrate y Guadalupe. Buscamos que se dé a conocer por comercio electrónico y esperamos que, cuando la economía esté más estable, podamos tener nuevamente un local tal como antes de entrar en pandemia”. Adicionalmente, Edwar tiene la convicción de apoyar el fortalecimiento de las tradiciones de su cultura, que cuenta con expresiones muy representativas como el tejido y la elaboración de mochilas, así como a los jóvenes que “están rescatando oficios como la talla de madera, comida tradicional, dulces de quinua y orfebrería con cerámica”.
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04/10/2023